Mi querida Ferita es mi adorada abuela Ferrina.
Italiana de nacimiento vivió en Buenos Aires casi toda su vida. En esa ciudad nací yo, me crié con sus visitas diarias y sus silencios y momentos simples. Por que Feri ante todo era simple.
Siempre la tengo en mi, es parte de mi el amor de esa mujer tan fuerte y quieta. Hablar de ella me sigue llenando de amor y de sentimientos enormes que me dibujan una sonrisa gigante aunque a veces las extrañe.
Feri fue mi compañera, no era de esas abuelas que te llenan de consejos, que pretenden enseñarte, que te llenen de historias o que te solucionan las cosas. Era más bien de sentarse y casi no hablar. Era hermoso sentarse al lado de ella y apoyar la cabeza en su hombro y que me acariciara un brazo.
Se reía de las cosas mas pequeñas, disfrutaba estando ahí para nosotros, jamas la escuche hablar mal de nadie y mucho menos quejarse. No tengo historias grandilocuentes sobre ella, ni maravillas para contar que deslumbren a quien no la ha querido como yo, pero mi abuela siempre va a ser la figura enorme del amor de mi niñez.
Esto que escriba acá no pretende ser un homenaje a ella, ni mi vida se que tampoco lo será. Es más simple que eso, como todo con Feri. Ferita es el nombre mas querido y el más sencillo de todos para nombrar al amor por vida misma.
Y como acá pretendo escribir sobre eso, sobre el amor, la vida y las cosas simples (que son las más hermosas) nada mejor que tenerla presente siempre a ella, la primera simple de corazón que conocí.
Abrazos de los de Feri, cortitos pero con sentimiento.
Gilda